Siguiendo en la línea de reediciones, aquí traigo este relato que me encantó escribir y con el que me divertí muchísimo.
( Aviso que vas a leer palabras muy explícitas, mis locas y
yo no concebimos hablar de sexo o hacer el amor con metáforas )
Hoy iba a ser el día.
De pié, frente al espejo me probaba la ropa y la descartaba
con la misma rapidez.
Estaba tan nerviosa y excitada que sabía-sin haberlas oído
aún-que iba a ser un “día de locas”.
Por qué? Porque iba a encontrarme con él por fin.
Nos habíamos conocido por Internet hacía unos cuantos meses
y nos separaba solo un teclado ( y además, veinte años de diferencia en mi
contra…estaba loca?)
Pero, contrariamente a lo que se suponía que tenía que
hacer, me había rebelado contra todo lo previsible, concreté un encuentro- un
café, en principio- y aquí estaba, histérica, intentando encontrar una ropa que
me hiciera: joven, atractiva, sexy , flaca y sobre todo que me hiciera sentir
cómoda.
Por eso estaba tan tensa…qué me iba a poner? Me miré
fijamente al espejo con la mente en blanco, y ese mínimo instante de vacío fue
suficiente para que desde mi lóbulo parietal izquierdo se asomara sin ningún
pudor ni ridículo, la Ordinaria. – Che, vestite de una vez y dejá de mirarte al
espejo como una boluda. No ves lo buena que estás? Elegí la ropa que te marque
bien las tetas y ese culazo que tenés y andáte “shá”.
Cerré los ojos y pensé- mmmmm… ya están aquí!
La Oscura, que esperaba con libidinosa paciencia en el
lóbulo opuesto, no se hizo esperar y me soltó sin anestesia: -Nena, ponte ese
vaquero negro que te calza perfecto y esa camisa blanca que sabes que a él lo
enloquece, que es su fantasía poder verte desnuda con la camisa puesta, y que
además te hace unas tetas preciosas. Ah! Y sin sujetador…obvio!
Me puse el pantalón negro que en efecto me encantaba como me
quedaba, me saqué el sujetador y me probé la camisa, analizándome con lupa de
frente y de perfil en el espejo.
Mmmm…no te hace las tetas un poco caídas? Vas a salir con
esa pinta?- me ladró la Neura empezando a irritarse, pero la Niña saltó en mi
defensa y me tranquilizó: -“estás preciosa, suéltate el pelo, píntate los
labios y vete.
Basta! Dije en voz alta, recogí mi bolso, la chaqueta sobre
los hombros, me solté el pelo y salí al encuentro ocultándome detrás de mis
gafas de sol.
Llegué al bar con unos minutos de antelación y me senté
cerca de una ventana. Pedí un café y empecé a mirar a todos los que entraban.
Me iba relajando a medida que imaginaba como sería el encuentro. Las miradas,
la piel, las sonrisas…lo habíamos pensado tantas veces!
Saqué mi espejito y me miré.
-Estás cachonda nena! soltó la muy Ordinaria.
-Cachonda no, loca! espetó la Neura sibilinamente.
-Yo no te digo nada…pero sientes como se moja tu sexo de
solo imaginarlo? Soltó acertadamente la Oscura.
-Déjenla en paz- dijo la Niña con esa madurez e inocencia
que solo ella tiene.
Cerré el espejo de golpe, y todas se callaron a la vez,
justo en el momento en que levantaba la vista y lo vi entrar, quitándose sus
gafas de sol mirando hacia todos lados buscándome.
De pronto sentí que estaba en el lugar adecuado. Su aspecto
algo desvalido hizo que mi corazón latiera de alegría.
Me levanté y él me rodeó en un apretado y amoroso abrazo. Me
encantó su figura, su tacto, su olor. Cómo me miraba directamente a los ojos.
Reconocí esa mirada que prometía pero que también deseaba.
No podía pensar! Las locas se habían callado por fin!
Estaban mudas y encantadas! Esto empezaba bien!
Entonces me dediqué a disfrutar relajadamente de la charla,
de las miradas, de esos mínimos roces, de esa tensión sexual que iba creciendo
y se disparaba cuando nos reíamos o nos mirábamos en silencio. Me olvidé de los
años que nos separaban, que se iban diluyendo con el roce casual de las manos o
mirando su dedo índice que hacía círculos alrededor de la taza de café.
(-Quiero ese dedo sobre mi clítoris- me susurró la Oscura al oído).
A medida que pasaba el tiempo la extraña y palpable
sensación de deseo inevitable que crecía entre los dos se resolvió cuando
adelantando el torso por encima de la mesa
clavó sus ojos en mi boca y me dijo- “quiero follarte”- y yo supe que
todo culminaría de la manera que tantas veces habíamos imaginado.
Asentí. Húmeda y deseosa. Dentro de mi cabeza se oyó un
murmullo generalizado, algunas risitas, toses y suspiros…Hice oídos sordos a
mis locas, y salimos del bar para subir a un taxi que nos llevó hasta su casa.
Entramos en silencio, la tensión era palpable. Me tomó de la
mano y me hizo entrar en el oscuro salón. La puerta se cerró y sentí como él se
alejaba.
Apoyé mi espalda contra la pared y dije su nombre. Se
encendió entonces la tenue luz de una lámpara que iluminó su delgada silueta
sentada en un sillón. Me miraba y movía suavemente sus labios.
-Me voy a morir de placer- pensé.
-No te vas a morir ni de coña, te lo vas a “foshar”
enterito, y si te morís que sea de
correrte como una bestia- me ordenó la muy Basta en pleno apogeo de ordinariez.
-Abrete la camisa, descúbrete los pechos, el que se va a
morir es él cuando vea como tienes los
pezones- susurró la Oscura, ya muy caliente.
La Neura protestaba por mi inconsciencia, mi
irresponsabilidad, mi falta de vergüenza…y la Niña estaba tan distraída con
todo lo que sucedía que no dijo nada.
Cuando desabroché mi camisa y mis pechos quedaron
descubiertos, en dos zancadas lo tuve a un centímetro de mi boca. Oscura de un
empujón me pegó a su cuerpo y busqué su boca generosa, tan sexual y caliente
moviéndose al ritmo de la mía.
Me acarició los pechos, besó mi vientre, y girándome contra
la pared se pegó a mi espalda acoplándose a cada curva de mi cuerpo.
Nos buscamos las bocas, la piel, los sexos con deleite, con
el deseo liberado, con el ansia de no dejar sin besar cada espacio que íbamos
descubriendo.
Una vez más dejé de pensar, me dejé llevar por ese camino
sin retorno, ávida, caliente y feliz. Disfrutando de cada centímetro de esa
piel tan ansiada, de su boca tan voraz que me devoraba golosamente, que vibraba
sobre cada poro de mi cuerpo.
Mis locas se retiraron mudas.
Agradecí internamente ese silencio porque solo quería
escuchar el sonido de los besos, de nuestras lenguas en duelos interminables,
de su boca en mi sexo arrancándome los orgasmos más increíbles, y de la mía
besando y lamiendo su pene con deleite, acariciándolo con la lengua y con mis
manos.
Entonces me hizo girar y me acosté boca abajo, levanté las
caderas y mi trasero sosteniéndome con las manos. Besó mi espalda y sus dedos
expertos se perdieron en mi sexo.
Cuando por fin me penetró, la Ordinaria no pudo aguantarse y
me gritó. –madre mía, por favor, metémela toda, esta sí que es una “posha”
impresionante! Qué más querés boluda! Querés todo, que te parta, dáselo todo!
-Oh, mira como está de cachondo, disfrútalo enterito para ti
cariño, es todo tuyo, gózalo, disfruta de tu cuerpo, mira como se pone con solo
lamer tu coño! Eres tú, caliente y hambrienta la que lo vuelve loco!- murmuraba
la Oscura, corriéndose una y otra vez.
La Neura había desaparecido por fin, no se manifestaba, y yo
no quería ni acordarme de ella, y la Niña…ella solo se dejaba llevar y
disfrutaba del momento, entregada y feliz…ella sí que sabía!.
Sus jadeos atravesaban mi piel como pequeñas agujas de
placer anunciando que se iba a correr y yo quería verlo. Entonces giré mi
cabeza y vi el momento preciso en que apretando sus labios y clavando sus ojos
en mi, se hundió con una profunda embestida y se corrió por fin liberando todo
el aire de su pecho.
-Mastúrbate y córrete otra vez- me ordenó Oscura gimiendo en
mi oído y yo obediente estallé una vez más en otro orgasmo increíble, sintiendo
aún su verga dentro de mi.
La Ordinaria aplaudía diciéndome:- Diosa!! Sos lo más! Lo
dejaste muerto vos a él! Esto es un polvo! Esto es “foshar” como dios manda!
La Neura se asomó una décima de segundo con cara de culo y
me dijo:- estás loca, no tienes vergüenza, una mujer de tu edad con ese
chico…blablablabla…
En ese momento la mandé a la mierda y me enredé nuevamente
en la piel lujuriosa y caliente de ese hombre que me había devuelto a la hembra
que había perdido. Hembra con hambre de hombre.
Nos besamos y nos tocamos sin querer dejar de hacerlo.
Enredados, susurrándonos esas palabras que nos conectaban y nos volvían a
encender una y otra vez en esa noche increíble.
Mientras lo miraba fumar en la cama lo besé por enésima vez, me levanté, me puse la camisa blanca, y
me asomé a la ventana dándole la espalda. Sabía que era su imagen favorita, mi
culo asomando debajo del borde de la camisa.
Mentalmente les rogué a mis locas que por favor, por esta
vez, me dejaran “SER” Maru, la hembra, la hambrienta, la desnuda, la libre, la
feliz.
Y por una vez, todas me hicieron caso.
( La versión oficial de esta historia ... es solo nuestra.)