Se ha quedado muda
cayendo en una espesa agonía,
como esas bocas distorsionadas
de los sueños recurrentes
que no acaban.
Y te desvelan para que nunca más
puedas volver a cerrar los ojos
o callar esas voces
que sangran en los dedos.
No dejes que el tormento
del errante melancólico
se estrelle en tu conciencia.