Me deshice
de lo que quedaba de ti.
Una camisa,
un anillo de plata
y dos fotos clandestinas.
Escribí una carta
(traicionando mi entereza)
que quemé como un ritual
en la cocina.
Escribí y escribí
con alaridos de letras cotidianas,
con todos los insultos
que tuve pegados
durante tanto tiempo.
Vomité todos los besos,
insulté y chillé mi pena,
escupí uno a uno
cada polvo y cada orgasmo,
que volaron como pájaros absurdos.
Lloré por cada vez que permití
que me ignoraras
( lobo feroz en mi piel
errante de deseo).
Corté con un cuchillo
la certeza de un amor inexistente
y me quedé desmembrada ,
inequívoca y desnuda de recuerdos.
Respirando.
Siendo.
Sola.
Yo.