En este nuevo reto que propone Ginebra el desafío es elegir una "tentación" "un lugar" y la emoción que nos mueve a cumplirla. Además, eligiendo una frase entre las que ella propone y que debemos insertar en el texto.
Este es el resultado de mi partipación, espero que la disfruten tanto como yo al escribirla.
Gracias siempre Gine por ser el toque de inspiración.
No lo puedo decir de otra manera.
Le metí los cuernos a mi marido. No sé cómo pasó. O sí. Obvio.
Yo, una simple ama de casa consagrada al hogar. Infiel. Qué palabra.
Llevo unos meses asistiendo a un curso de cocina, no porque me encante cocinar, sino por tener la excusa perfecta para salir de mi casa.
Él es mi profesor, un hombre de vitalidad y alegría arrolladoras que da las clases en su casa.
Comenzó a contagiarme su entusiasmo por lo culinario, las mezclas, los olores, aromas y texturas que fueron despertando mi curiosidad y otras cosas asociadas al placer de los sentidos.
Algunas veces me quedo a ayudarlo a lavar la loza y a dejar todo recogido porque no resisto el desorden, y él, me deja hacer riendo limpiamente. Y allí entre ollas y condimentos mi mirada tropezó con la suya, que desató uno a uno todos los nudos de mis resistencias.
Y los tópicos de todas las películas se hicieron realidad. Ahí mismo comenzamos entre ollas y fogones, donde me fue quitando la ropa y el pudor. O el pudor y la ropa, según se mire.
La lucha entre el deber y el deseo duró solo el tiempo que tardé en darme cuenta de que podía concederme todos los permisos. Y en ese instante de luz pensé: Jamás permitiré que lo nuestro acabe.
Nadie oye la voz de la conciencia cuando el cuerpo despierta de su letargo.
Y en realidad, no quiero escuchar la voz de mi conciencia esta vez, sólo quiero este momento. Donde soy perfecta.
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