Esta es mi fantasía.
Había ido probando cerradura por cerradura.
La llave abrió sin ruido la última puerta.
Necesitaba tomarme un respiro y nada mejor que desaparecer del salón de baile y refugiarme un rato en el silencio.
El vuelo de la falda, hacía que pareciera un espíritu rojo deambulante y sensual, el pelo suelto y despeinado se sacudía con suavidad, acariciando mi espalda desnuda.
La puerta se cerró con un sonido amortiguado, y me apoyé en ella ligeramente acalorada.
Los duelos de miradas y de bailes en el salón no habían hecho más que empezar y aún quedaba noche por delante.
No estaría mal esa pausa para recuperar el aliento, y relajarme en el silencio de ese cuarto en penumbras,con una chimenea que hacía juego con el color de mi vestido.
Me acerqué al sillón que había frente al fuego, para poder sentarme por fin y descansar en el mullido tapizado. Cuando repentinamente al dejarme caer, sentí que dos brazos me sostenían casi en el aire, haciendo que me sentara con suavidad sobre unos muslos fuertes.
Iba a gritar,el sonido subía por mi garganta, pero su mano cubrió mi boca, y me pidió silencio, que no me asustara, y que solamente me dejara llevar. No podía ver su cara, pero su voz era una caricia para los sentidos, su cuerpo era firme y el mío, se amoldaba perfectamente al de él.
Levantó mi falda sedosa, y acarició mis piernas. El calor de la chimenea se sumaba al calor de nuestros cuerpos.
Su lengua se deslizó por mi nuca, y aferrada a sus caderas me dejé arrastrar a ese abismo anónimo, en donde solo éramos dos pieles sedientas que se fundían en ese particular baile de máscaras...solos, escondidos y deseantes.
Todo estaba empezando.