Después de vos
cubriré los espejos
como Greta Garbo
para no ver
como se empañan
mis huesos
tras tus huellas,
o como te hacés niebla
sin remedio
al intentar
humedecer mis labios
con tu ausencia.
Volverán los años
a marcar mis pechos
donde antes
hacías río de mi carne.
Sos la memoria
entre mis piernas
aunque haya sido yo
la del adiós temprano
y ya no estés aquí
para salvarme.
Sos el que rescató
mi piel de las derrotas
anclándome a tus ojos
y a tu lengua,
y ahora estoy hambrienta
y malherida
sin sentir que me tocás
para quedarte.
Y aún latís
en mis entrañas
como aquellas
tardes perezosas
del hirviente verano
en Buenos Aires,
cuando el sudor
brillaba
en nuestras pieles
y sabías
habitarme
con tu aliento.
(Después de vos
cubriré los espejos)
(Reedición de un poema ya publicado)