Quizás se trate solo de eso. Seguir las huellas que me indiquen hacia donde caminar ahora que parece que todo queda en suspenso. Aquí intento guarecerme. Es mi propio rincón,donde recibo a quienes quieran descansar un rato. Bienvenidos a todos.
Datos personales
miércoles, 28 de febrero de 2018
"Con el Alma en la Luna" es una idea que nace de la necesidad de dos mujeres, dos seres, dos amigas con las almas inquietas, de crear algo que nos conecte más allá de la literatura.
Un espacio que invite a entrar en contacto con vivencias que vayan más allá del acto de escribir relatos o poemas.
Los invitamos a pasar por allí y descubrir una manera diferente de encontrarnos!
Sean bienvenidos! (piquen en el enlace)
Alma Baires y lunaroja
https://almaeluna.blogspot.com.es/
jueves, 15 de febrero de 2018
La tormenta
“Tan absurdo y fugaz es nuestro paso por el mundo, que solo
me deja tranquila el saber que he sido auténtica, que he logrado ser lo más
parecida a mi misma que he podido”.(Frida Kahlo).
Cerró el libro y miró por la ventana. La frase que cerraba
el epílogo de la biografía de Frida Kahlo, resonaba en su cabeza.
Esa increíble mujer que había logrado derribar todas las
barreras, clavada en la cruz de su lecho, y aún así logrando respirar vida,
fuerza, desde ese dolor inenarrable.
Miró la luna llena atravesada por una negra nube como
si fuera un antifaz fúnebre.
Al fin y al cabo, tenía que suceder alguna vez.
Era algo lógico a partir de que su mente se había abierto a otras posibilidades.
Lo que sucedía era, que llegado el momento en realidad no sabía cómo iba a reaccionar.
Por entonces se contentaba con elaborar extraños proyectos y situaciones donde salía invariablemente victoriosa, sin heridas ni dudas, era como una luz repentina que la llenaba de placer anticipado.(quizás esa fuera la llave que abriera la puerta de su libertad)
Pero en esa ínfima zona oscura que latía allí dentro suyo, que la hacía vulnerable y pequeña, la duda se removía inquieta.
Era tan difícil...tan potente la ansiedad...tan necesaria la nostalgia de la cual prescindir para empezar.
Aún estaba en el borde del abismo, con los pies quietos y los brazos queriendo extenderse en toda su capacidad como alas blancas, como caballos desbocados, como la arena.
Había transitado el pánico.
Por la cobardía de no saber morirse, la angustia de sentir lacerantes torturas que la ponían al borde de la muerte. Por no poder siquiera acercarse al teléfono y quedar muda de miedo.
Cada herida se mostraba aún sangrante en su alma que intentaba en vano cicatrizar.
Los espacios se iban empequeñeciendo aún más, reduciéndola a un mundo nebuloso donde no había lugar para respirar y sentirse viva. (“como si un revólver apuntara a su sien y unas esposas apretando sus muñecas fueran su sentencia de muerte”)
Era algo lógico a partir de que su mente se había abierto a otras posibilidades.
Lo que sucedía era, que llegado el momento en realidad no sabía cómo iba a reaccionar.
Por entonces se contentaba con elaborar extraños proyectos y situaciones donde salía invariablemente victoriosa, sin heridas ni dudas, era como una luz repentina que la llenaba de placer anticipado.(quizás esa fuera la llave que abriera la puerta de su libertad)
Pero en esa ínfima zona oscura que latía allí dentro suyo, que la hacía vulnerable y pequeña, la duda se removía inquieta.
Era tan difícil...tan potente la ansiedad...tan necesaria la nostalgia de la cual prescindir para empezar.
Aún estaba en el borde del abismo, con los pies quietos y los brazos queriendo extenderse en toda su capacidad como alas blancas, como caballos desbocados, como la arena.
Había transitado el pánico.
Por la cobardía de no saber morirse, la angustia de sentir lacerantes torturas que la ponían al borde de la muerte. Por no poder siquiera acercarse al teléfono y quedar muda de miedo.
Cada herida se mostraba aún sangrante en su alma que intentaba en vano cicatrizar.
Los espacios se iban empequeñeciendo aún más, reduciéndola a un mundo nebuloso donde no había lugar para respirar y sentirse viva. (“como si un revólver apuntara a su sien y unas esposas apretando sus muñecas fueran su sentencia de muerte”)
Una a una, las ramas de su vida se habían mutilado a golpe de palabras y puñetazos, y en sus ojos se apagaba lentamente el sutil equilibrio que la mantenía en pié, como una vela agonizante y deshecha.
El tiempo del llanto silencioso, el de las manos vacías, el del aliento contenido iba cerrándole el corazón a modo de letal hechizo.
Tanto dolor cada vez que se palpaba el cuerpo castigado.
El intenso morado de los golpes.
Y ella con sus alas plegadas, donde escondía a esa pequeña niña esperanzada, que le acariciaba el sueño por las noches.
Comenzó a respirar un día, otra vez...una mañana helada, helado el día. Helada de terror ella.
Helada de rabia y desconsuelo, con todo el frío amontonado golpeándole en el pecho, sumergida en la bañera, limpiándose el espanto, sintiéndose viva otra vez de puro horror. Se miró al espejo y se tocó el alma.
-Ya no me queda mucho tiempo- dijo.
Se reflejó en sus propios ojos que le devolvieron la propia mirada, bien hallada otra vez.
Bienvenida y poderosa.
Esa recuperada sensación la empezó a recorrer como una savia nueva que desatascó cada pedazo reseco y muerto dentro de ella.
Como el alimento vital que llega por fin.
Con un gesto pausado fue abriendo lentamente los brazos hasta extenderlos, siempre mirándose, sin despegarse de sus ojos.
Sus hermosos brazos.
Luego, muy despacio formó un cuenco con sus manos, las llenó de agua, tan fría, que cuando las primeras gotas salpicaron su cara las sintió como infinitas agujas.
Entonces , con exquisita lentitud, deslizándose como una gata, siendo extremadamente consciente de cada movimiento y de cada sensación apagó la luz del baño.
Puso algo de ropa en el bolso azul de siempre y al llegar a la puerta, al final del pasillo tan oscuro, se revivió de repente en un útero estrecho, en el que solo podía ir hacia delante...
Pegó con cinta adhesiva un papelito blanco : Adiós.
Abrió la puerta, su moto la esperaba inmóvil y amigable y que la inundó en cálido gozo, el mismo que sentía de niña cuando sentada en su jardín envuelta en luz, disfrutaba del inmenso y humilde placer de comerse una piruleta. Respiró hondo y salió envuelta en el torrente de sol invernal.
Como alas blancas. Como caballos desbocados.
Como la arena.
Una vez más, Ginebra logra hacer belleza de nuestras palabras...siempre GRACIAS!
(puedes pasarte a leer preciosísimos textos y poemas)
martes, 6 de febrero de 2018
luciérnagas
Hay
mariposas
que
se vuelven orugas,
y medusas
que
mueren ahogadas
en
su propio veneno.
Y
también hay luciérnagas
que
encienden la noche.
Pequeñas
y humildes.
Esas
son las que se encuentran.
Decidí unir mi poema a este regalo que me deja Auroratris, en un momento difícil de esta semana...
Gracias infinitas.
Hay muchas luciérnagas iluminándome la vida.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)