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jueves, 23 de abril de 2020

poetas

Sola vuelo,
solita estoy
sola espero
solita soy

La novia del desierto: En este cielo- Leo Sujatovic



Cómo percibir
el temblor del poema?
Cómo percibir
el quiebre de la palabra,
la que te hace humana?
Cómo percibir el sentido
que cambia y se vuelve
hacia nosotros
con más dulzura?
Ese atisbo 
de tu parte más luminosa, 
es perfecto.
Los pliegues de tu frente
anuncian el vuelo del verso.
Las palabras escondidas
bajo tu lengua
auguran el fulgor de lo oculto.

Eres el buscador.
El huidizo fantasma itinerante
arrastrando su voz en el silencio,
el rayo súbito que se adueña del poema.

Una pluma entre los dedos.







lunes, 13 de abril de 2020

mínimas VIII



I



Besar
el terso devenir
de tus labios
diseminando palabras
sobre la hierba.

II


Tu boca es un recuerdo
danzando al compás
del clic- clic de mis uñas
contra el cristal
mientras te espero.

III

Baja la voz,
que el silencio caiga leve,
que cada palabra
encuentre su sentido.


 IV

El cielo
al borde del incendio.
Siento
la sutileza del aire
en el horizonte.
Mis hombros son
un relámpago súbito.



( Imagen recogida en Google)

viernes, 3 de abril de 2020

Ancestros

Partir.
De pié , sin mirar atrás y una losa en el alma preñada de futuro.
Después el grito. Después las partidas ancestrales de dolor y separación. Duelo negro contra el mar inevitable, inexpugnable, helado. Encendida la noche en su ostracismo, obligada prisión, isla acotada en el pecho.
Y en esta absurda genealogía de dolor, ya no existen horizontes donde refugiarse.
Las fronteras de ese abismo parten el pecho en dos, como una daga maléfica, que separa la tierra y la piel de los que no habitan. La piel deshojada del que parte, del que no volverá a oler su raíz.
Y todo se entierra en el silencio. No hablemos de distancias, no hablemos de confines…todo queda dentro de un absurdo hueco, que te engulle sin remedio. Y no puedes llorar porque tu llanto es otro idioma que ni tus ojos reconocen como propio.
De cada árbol una rama muerta que brota en una tierra inesperada. Como esos besos que se dan al aire sin destino y no hay brazos abiertos para recibirlos.
El desdibujo inenarrable del dolor. Eso es. Un caos de miradas perdidas, que desconocen lo que recuerdan, que se olvidan de lo ignoto, amnésicas historias que no se cuentan más que en secreto.
Ay de la tierra abandonada. De la tierra yerma y herida que te abandona, del barco que te aleja y se va muriendo en el horizonte de lo que queda atrás. Ay de los hijos de los hijos, del retrato negro colgado en la memoria, de los huesos enterrados en otro idioma.
Destierros. Lo que más amabas se resigna a la sombra donde la torpeza del dolor no alcanza.
Entonces nos volvemos ciegos a ese pulso que late, donde todo se vuelve olor.

( A mis bisabuel@s, abuel@s , a mi madre y a mi padre. A mi y a mis hijos que logramos hacer luz de la partida)

( texto recuperado)