Tuvo que desechar rápidamente esa opción porque no iba a
tener tiempo de preparar nada más elaborado. Resultaría difícil crear una
coreografía tan abstracta para expresar todos aquellos sentimientos que surgían
cuando ella bailaba.
Una sucesión de instantes de luz y sombra, en donde se
permitía ser ella misma. Pero el lenguaje tenía que ser muy claro y directo. Y
no tenia tiempo para ponerse a pulir y a sintetizar una idea, que recién estaba
en ciernes en su cabeza.
Tenía los días contados para presentar algo aceptable, y si
no se daba prisa perdería la última oportunidad de ser alguien en ese mundo tan
competitivo, pero al que quería pertenecer con todas sus fuerzas. Pero la
penuria que atravesaba en ese momento, donde no había asidero donde encontrar
reposo, y donde la palabra se diluía sin significado ante el esfuerzo titánico
de intentar sobrevivir la dejaba abandonada y sin fuerzas. Toda su energía
tenía que concentrarse en bailar y todo su trabajo, en crear algo que le
permitiera entrar en ese cuerpo de baile tan selecto y que sólo admitiría a los
mejores.
Era como escribir un libro sin final, donde el lector
siguiendo pistas invisibles, debería ir encontrando datos que lo condujeran al
epílogo de una novela abstracta.
Se puso sus gastadas zapatillas de punta, el color se había
ido destiñendo con el paso del tiempo, y las puntas rígidas, estaban algo
despeluzadas por el uso y tenían un aspecto coriáceo y áspero.
Pero, una vez que se las calzaba sus pies se tornaban
majestuosos, y su empeine curvo y pronunciado cobraba vida propia.
Hizo unas cuantas piruetas elevándose en las puntas, y
bajando suavemente, saltó y giró en el aire. Colocó a modo de barra entre dos
ventanas un palo de escoba, lo aseguró bien a las esquinas de los bastidores, y
con profunda reverencia, elevó una pierna apoyándola suavemente en la barra de
madera y comenzó a balancearse cadenciosamente de adelante hacia atrás,
curvando con exquisita lentitud su columna.
Dentro de ella, la música surgía como una catarata de
sonidos que se iban adhiriendo a sus poros , creando movimientos que
mágicamente se convertían en danza.
Y siguió estirándose en la barra, flexionando su torso y
elevando sus hermosos brazos al aire. Sólo el inaudible roce de la cortina
contra la ventana rompía el silencio reverencial del momento. Entonces bajó la
pierna de la barra, y caminando con ese vaivén característico de las
bailarinas, conectó la música y el sonido lo inundó todo.
Es muy tierno, Luni. Tu relato ha hecho que mirase a una pequeña bailarina que danza por mi casa. Sus medias rotas, sus zapatillas deshilachadas, y una ilusión intacta hace que tu bailarina y la mía sean muy parecidas. Un abrazo.
ResponderEliminarSi anhelas algo y le pones ilusión, ganas y esfuerzo, ningún escollo impedirà que lo logres aunque bailes con los pies desnudos.
ResponderEliminarDanzón relato el que me ha dado la bienvenida a tu blog y creo que me quedaré danzando por aquí al ritmo de tus letras. Saludos desde Tenerife y te dejo enlace por si quieres conocer mi blog.
http://gofioconmiel.blogspot.com.es/
Gracias Aurora, creo que de alguna forma he sentido yo también ese especial toque,esa magia,esa liturgia te diría,que toca de vez en cuando...Afortunada tu pequeña bailarina,que tiene la sensibilidad para hacerlo! Anímala a perseguir su anhelo!
ResponderEliminarGracias a tí también Gloria, iré a ver tu blog,y bienvenida al mío..somos vecinas de isla! Yo vivo en la de enfrente! Un saludo.
Me gusto mucho tu rincon! Tiene fuerza lirica! Te invito al mio Calle del Eco, es muy sencillo.
ResponderEliminarSaludos de una caribena en Canada
Gracias Natalia,me pasaré sin duda por el tuyo,y nos leeremos!
EliminarCuando lo llevas dentro, (el sentimiento, el baile, lo que sea) al final termina aflorando, con algo de esfuerzo algunas veces pero siempre sale.
ResponderEliminarBonito relato, que me toca de cerca.
Un abrazo.
Ya..sé que tienes una pequeña danzarina en tu casa!
EliminarUn abrazo!
Me gusta. Es un giro sutil del arte. Bailar tiene su aprendizaje, pero cuando ya se sabe, bailar es fluir. Sacar lo de adentro y gozar. Es entonces cuando es más difícil el preludio. Los momentos anteriores al fluir nos ponen trampas para que desconfiemos de nosotros. Dichosa tú que aprendiste a saltar el miedo.Cada vez que escribes, bailas, bailas...
EliminarAy Levi,yo creo que al miedo no lo salto...aún me escondo de él, lo que pasa,es que a veces uno,salta,sin pensar...y quizás se trate solo de eso..
ResponderEliminarYa sé te escondes, pienso que todos nos escondemos. Solo unos pocos saltan sin miedo. Nosotras saltamos el miedo sin pensar y un poco cerrando los ojos. Eso es el valor. Saltar sin miedo no es de valientes. Saltar sin red, con las hormonas revueltas, con los prejuicios a la espalda, nuestros problemas, los de hijos y los de amigos, y según la luna nos dé,los problemas de la humanidad. Algunas mujeres no tenemos meredio. Cargarmos con todo. Aunque nadie nos lo pida. Al final, en mi caso, es un salto de fe. A veces salto sabiendo que me la voy a pegar, ¿tú no?
EliminarLevi
Por cosas como estas que dices..te quiero tanto...!
EliminarA los peores miedos uno se enfrenta en silencio, o en soledad...eso me transmite este precioso texto, luna. la música viene despues, cierto, primero has de oirla tú, que llegue hasta ti sin sonar siquiera.
ResponderEliminarMuy bueno.
Gracias Caste! Es casi como el acto de escribir no? da miedo,no lo siente internamente como una fuerza arrolladora,pero,si no lo sientes primero,no surge nada...
EliminarGracias.
A mi niña le gusta mucho bailar. En cambio yo mejor me quedo quietecito, no es lo mío.
ResponderEliminarPasé por aquí, Luna, buenas letras, te dejo un abrazo.
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ResponderEliminarHubo un fallo, salió el comentario repetido.
EliminarBueno... aprovecho para mandarte besos también :)
Gracias Luigi! me gustó jugar con la sensación de flexibilidad de las bailarinas,que a pesar de todo,son tan disciplinadas.
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